lunes, 4 de enero de 2010

La niña que vivía bajo un colador



Eli es una niña de 3 años, de grandes ojos marrones y pequeña nariz respingona. A Eli le gustan los caramelos de naranja, jugar con su vaca "Lola" de peluche, repetir los eslóganes publicitarios... Pero lo que mas le gusta a Eli, por encima de los caramelos de naranja, de Lola o de cualquier buena campaña de marqueting, es su casco.
En cuanto su madre lo deja a la vista Eli se las ingenia para cogerlo.
El colador de cocina es su mayor fascinación. Cuando se lo pone en la cabeza, Eli se siente capaz de cualquier cosa. Ver la vida a través de unos pequeños agujeros hace que su punto de vista cambie, y que piense que nadie es capaz de reconocerla.

Pero Eli tiene que tener mucho cuidado cuando usa el casco.... porque por alguna extraña razón a la madre de Eli no le hace ni pizca de gracia esta situación.

Así que tiene que ingeniárselas para llevarlo hasta el salón y allí, entre el sofá y las cortinas ella imagina un mundo, en el que la gente que es mas alta que ella, le respeta, no le da ordenes y le tratan de igual a igual.

Le encanta estar mucho rato imaginando. Pero sin duda lo que mas le gusta es lo que ella llama "días de colores".
Y es que si Eli tiene suerte de coger su casco cuando su madre acaba de lavarlo, tirarse boca arriba debajo de la ventana con la cara mirando al sol es lo mas bonito que puede imaginar. Un montón de luces de colores se agolpan frente a su cara y se van moviendo según ella balancea ligeramente su cabecita y ríe sin parar.

Y entonces es cuando Eli piensa que a muchas de esas personas altas les vendría bien tener un "día de colores" de vez en cuando....

3 comentarios:

  1. Bonito cuento Estibaliz, me gusto mucho lo de repetir los esloganes publicitarios porque yo tambien lo hacia...bueno, a decir verdad de vez en cuando se me escapa alguno. Me encanto tu blog, por eso te invito al mio de Historias del Planeta.

    Te mando un abrazo.

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  2. No es justo perder la sabiduría infantil. Eli entendió a la perfección lo que no sólo es una gran lección, sino casi esa utopia que anunciaba mi adorado Benedetti:

    Defender la alegría como una trinchera
    defenderla del escándalo y la rutina
    de la miseria y los miserables
    de las ausencias transitorias
    y las definitivas

    defender la alegría como un principio
    defenderla del pasmo y las pesadillas
    de los neutrales y de los neutrones
    de las dulces infamias
    y los graves diagnósticos

    defender la alegría como una bandera
    defenderla del rayo y la melancolía
    de los ingenuos y de los canallas
    de la retórica y los paros cardiacos
    de las endemias y las academias

    defender la alegría como un destino
    defenderla del fuego y de los bomberos
    de los suicidas y los homicidas
    de las vacaciones y del agobio
    de la obligación de estar alegres

    defender la alegría como una certeza
    defenderla del óxido y la roña
    de la famosa pátina del tiempo
    del relente y del oportunismo
    de los proxenetas de la risa

    defender la alegría como un derecho
    defenderla de dios y del invierno
    de las mayúsculas y de la muerte
    de los apellidos y las lástimas
    del azar
    y también de la alegría



    :***

    P.S. ¡Gracias por tu e-mail!No te imaginas lo bien que me viene. Quería hacer una recopilación de lo mejor de mis blogs y flogs para regalárselo a unas friends "alérgicas a internet" y/o esclavas de la falta de horas libres, asi que lo tendré muy en cuenta :)

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  3. Qué bonito!!!!! Nos debemos aplicar el cuento!

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