lunes, 17 de octubre de 2011

Y ser feliz... Una noche de otoño, gracias a que te iluminan las luces de tu ciudad, el aire frio te roza la cara, las risas que oyes son familiares, el gintonic que tomas parece el mejor del mundo, la rosa de plastico que te regalan parece tan fresca como el rocio que empieza a caer, y el taxista que te tiene que llevar a casa... tan amable y protector como si fuera tu padre.

Ser feliz una noche de otoño, sin nada en particular.

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